sábado, 16 de mayo de 2020

Diez cosas que no sabías sobre Star Wars (La Guerra de las Galaxias)

1. En el Episodio IV: Una Nueva Esperanza, Chewbacca es el único personaje que no recibe una medalla por su participación en la destrucción de la Estrella de la Muerte. 

2. Anthony Daniels, que interpreta al robot C-3PO, es el único actor que aparece en las nueve (9) películas que forman las tres trilogías principales. 

3. Chewbacca está interpretado por el ex-jugador de baloncesto finlandés Joonas Suotamo.

4. Billie Lourd, hija de Carrie Fischer (Q.E.P.D), aparece en TROS (The Rise of Skywalker) vistiendo los mismos ropajes y peinada del mismo modo que su madre en la película original. 

5. Con 2,12 m, el actor finlandés Joonas Suotamo es la persona más alta en aparecer en Star Wars, porque tenéis que acordaros de que en un principio, en The Force Awakens, cuando Snoke aparece en pantalla y parece enorme, resulta que al final es un holograma y no es tan grande. 

6. El robot C-3PO y su amigo, el gracioso robot R2-D2, son los únicos personajes que aparecen en todas y cada una de las nueve (9) películas de las trilogías, por expreso deseo de George Lucas, fundador y CEO de Star Wars. 

7. Jonas Suotamo cambió su nombre de pila por Joonas durante su época de jugador de baloncesto para que el speaker lo anunciara con más énfasis.  

8. Obi Wan Kenobi es suizo. 

9. Además del más alto, Suotamo es el actor más joven en aparecer en una película de Star Wars. Su fecha de nacimiento, 1986, le sitúa con la friolera de menos nueve (-9) años cuando interpretó al robot peludo Chewbacca cuando Una nueva Esperanza: episodio 4 se estrenó en el Cine Imperial de Ramallosa y en todo el mundo. 

10. El orden de mis películas preferidas de Star Wars, trilogías y demás, queda de la siguiente manera: 

1. Episodio IV: Una Nueva Esperanza: La Primera (1977)
2. Episodio V: El Imperio Contraataca (1980)
3. The Last Jedi, Rian Johnson, Knives Out (2017)
4. El Retorno del Jedi: Episodio VI (1983)
5. Rogue One: Una historia de Star Wars (2016)
6. La Amenaza Fantasma: El ataque de los clones (1999)
7. The Force Awakens: El despertar de la fuerza (2015)
8. El Retorno del Jedi II (2005)
9. Hank Solo: otra historia de Star Wars (no la he visto) (2018?)
10. El ataque de los clones volumen 2 (2002)
11. The Rise and Fall of Skywalker (TRAFOS) (2019-2020)

Espero que os haya gustado. Si queréis saber diez cosas más sobre Star Wars, o diez cosas que no sabíais sobre cualquier otras trilogías triples en el cine, no dudéis en suscribiros a mi canal. 

lunes, 27 de enero de 2020

Kobe

"Nunca me gustó Kobe Bryant. Nunca me gustó Kobe y nunca me gustaron los que jugaban llevando su camiseta. Porque ya fuera con el 8 o el 24, ya fuera con la púrpura o la dorada o la blanca de los domingos en Los Angeles, intentaban jugar como él. Querían ser Kobe. Y la forma más fácil de imitarlo era posteando a seis metros y levantándose con un turnaround fade away jumpshot (o "tiro a lo Kobe" en castellano). Y fallaban. Porque ese es un tiro hecho para fallarlo. Los fallaba Kobe y los fallaban los que sobre una pista desgastada, usando tenis con los cordones de distintos colores, llevaban orgullosos la camiseta de Kobe. Y como Kobe, volvían a intentarlo una y otra y otra y otra y otra y otra vez..."


Este es el inicio de un texto que lleva en los borradores de este blog casi cuatro años, desde abril del 2016, días después de haber presenciado en directo el último partido de Kobe Bryant. 

Esa noche los Warriors se jugaban conseguir el mejor récord de victorias de la historia de la NBA en un partido contra mi equipo favorito de entonces, los Memphis Grizzlies, y aún así elegí ver el último partido de la carrera de Kobe, pese a que nunca me gustó su forma de jugar. Pero esa noche disfruté de Kobe siendo Kobe, mermado físicamente por las lesiones y la edad, cerrando con una actuación histórica una temporada en la que se había arrastrado por las pistas recibiendo ovaciones cerradas de aficiones que lo habían odiado durante veinte años. 


Esa última noche ya iba a ser histórica de por sí, porque la retirada de una leyenda del deporte siempre es un acontecimiento especial, sobre todo cuando se produce a voluntad. Pero como Kobe era Kobe, no le valía simplemente con pisar el parqué del Staples una última vez, recibir una última ovación y pasar de "es" a "fue" sin más. No. Kobe quería que, en el futuro, cuando la gente hablara de él, cuando repasaran su carrera y llegaran a los años del ocaso, al inevitable final, dijeran: ¿y no metió una animalada de puntos en su último partido? Algo me suena. Sí. Que durante la temporada no llegó ni a los dieciocho puntos por partido y va y en el último coge y se casca cuarenta o algo así, en plan película de Hollywood con final superprevisible, ¿sabes? 


Sesenta. En su último partido Kobe metió sesenta puntos. 


Pero no era de esa noche de lo que quería hablar casi cuatro años atrás, días después de su retirada. No era ese el momento que quería compartir con vosotros de lo que para mí era el Kobe Bryant jugador, ese que nunca me gustó y al que sólo apoyé durante los años de Pau Gasol en los Lakers, y siempre con reticencias. 


En la temporada 2012/2013, Steve Nash y Dwight Howard se unieron a los Lakers de Kobe y Pau. Pocas veces tantas estrellas se habían reunido en un mismo equipo. Pocos equipos decepcionaron tanto como aquellos Lakers, que llegaron a las dos últimas semanas de competición luchando por alcanzar la última plaza de acceso a los playoffs. 


En los siete partidos comprendidos entre el 30 de marzo y el 12 de abril del 2013, Kobe Bryant descansó un total de catorce minutos. Doce de esos minutos de descanso se repartieron entre dos partidos, lo que quiere decir que en los otros cinco descansó un total de dos minutos: veintitrés segundos un día, cincuenta y cuatro otro, cuarenta segundos un tercero. Quienes estéis llevando la cuenta os habréis fijado en que faltan dos partidos para completar los siete. Bien, aquí están:


La noche del 10 de abril Kobe Bryant disputó los cuarenta y ocho minutos de su enfrentamiento contra los Blazers en Portland. Los Lakers ganaron, como habían ganado cuatro de los cinco partidos anteriores, gracias en gran medida a los cuarenta y siete puntos de Kobe. 


Dos días después los Lakers jugaban en Los Ángeles contra los Warriors del todavía estrella en potencia Steph Curry, rivales directos para meterse en los playoffs. Kobe Bryant, a sus treinta y cuatro años, jugó de forma ininterrumpida los primeros cuarenta y cinco minutos de un encuentro tremendamente igualado. Todo hacía indicar que por segundo partido consecutivo iba a tener que jugar los cuarenta y ocho minutos reglamentarios si quería lograr la victoria. Y lo quería. 


A falta de tres minutos los árbitros pitaron una falta sobre Kobe Bryant pensando que Harrison Barnes, alero de los Warriors, le había puesto una zancadilla, cuando en realidad Kobe se había caído solo. Tras un tiempo muerto en el que los médicos inspeccionaron la pierna del jugador de los Lakers, Kobe se acercó cojeando a la línea de tiros libres, los labios apretados intentando contener el dolor, y anotó los dos tiros para poner el marcador 109-109 antes de retirarse a los vestuarios, ayudado por los médicos del equipo. Porque con el tendón de aquiles roto lo tenía difícil para caminar por sí solo. 


Hace cuatro años, tras su retirada, a modo de homenaje, quise compartir con vosotros ese momento, esas dos semanas en las que Kobe Bryant decidió que los Lakers se iban a meter en los playoffs costara lo que costara. No recuerdo si alguna vez él lo expresó así, si en sus declaraciones a la prensa de la época manifestó que esa era su voluntad, que iba a dejarse el cuerpo en la cancha si con eso lograba su objetivo. No hacía falta. 


Esos quince días Kobe Bryant fue una fuerza de la naturaleza, y no por desplegar un juego exquisito. Atrás habían quedado ya sus mejores años anotadores. Muchos otros jugadores han tenido rachas en los que han sido mucho más dominadores de lo que Kobe lo fue en esos últimos siete partidos que jugó esa temporada, la última en la que de verdad rindió al nivel propio de una estrella como él. 


Pero nunca en mi vida vi a un deportista querer con tantas ganas ganar. Su deseo era algo palpable. Emanaba en el sudor de su frente, en su rostro exhausto, en la postura que adoptaba en cada pequeña pausa del juego, inclinado hacia delante, las manos cerradas en torno a sus pantalones, sobre las rodillas, apoyándose en sí mismo, permitiéndose ese pequeño respiro y ninguno más. Un descanso insuficiente, incompatible con la salud, pero necesario para completar su objetivo. 


Nunca me gustó Kobe Bryant, hasta que entendí que lo que yo identificaba como egoísmo no era más que una voluntad de ganar imposible de comprender para nosotros, la gente común, para quienes un aquiles roto supondría un viaje directo al hospital, sin parada previa en la línea de tiros libres. 


Un par de meses atrás, por curiosidad, abrí este mismo borrador. Estuve tentado a terminarlo y a publicarlo con años de retraso, sin ningún motivo en especial. Me habría gustado que siguiera siendo así, que leyerais esto y pensaras "a buenas horas". Por eso, aunque los "fue" que aparecen en el texto hayan tomado un significado distinto, he decidido acabar lo que empecé sin más y compartir este pequeño homenaje al Kobe Bryant jugador. 

Y puede que no sea lo que esperabais leer un día como hoy, pero es lo que yo os ofrezco: una historia que llevaba casi cuatro años en unos borradores y por tanto no era nada. Porque las historias cobran significado sólo cuando son compartidas, sean mejores o peores, resulten más acertadas o menos. Sólo hace falta un poco de valor para lanzarlas al mundo. 

Por Kobe Bryant, líder de la NBA en tiros fallados. 









viernes, 1 de noviembre de 2019

Lo dejo

Hace año y medio decidí escribir un making off de uno de mis relatos. Era algo que llevaba un tiempo queriendo hacer. Siempre me ha fascinado el proceso creativo, sea cual sea la disciplina, y me parecía interesante explicar en qué consistía el mío. Elegí para ello lo último que había escrito, "Aleph Dynamics", porque era un relato en el que había trabajado mucho y quería que quedara claro lo que había intentado conseguir con él. Podéis leer ese making off aquí, más interesante que el propio relato en sí, en mi humildísima opinión.

Pues bien, hoy voy a volver a hablar sobre escribir. Voy a analizar dos relatos: "Siete años", el que presenté al último concurso de Zenda, y "Rufo el pasmado", el relato ganador de ese mismo concurso. Pero antes de que me ponga manos a la obra, una pequeña pausa publicitaria. 


¡Hola! ¿Tienes una empresa y necesitas un blog donde anunciarte para alcanzar a decenas de personas de golpe? ¿No? ¿Has...? No sé, ¿has encontrado diez euros en el bolsillo de unos vaqueros que hace dos años que no te ponías porque habías cogido algo de peso pero ahora que te has vuelto a anotar al gimnasio has querido comprobar si ya te valían y has comprobado que todavía no, que habías engordado más de lo que pensabas y que diez minutos de elíptica cada tres días no están arrojando los resultados que esperabas, pero de todos modos ya que tenías los vaqueros en tus manos decidiste comprobar los bolsillos, no fuera a ser que te hubieras dejado diez euros ahí, los diez euros del principio de esta pregunta, ¿recuerdas?, y lo recuerdas, sí, pero ahora te has vuelto a distraer al pensar en cómo es posible que haya una pregunta dentro de una pregunta, pero ese no es el tema, el tema son los diez euros con los que no contabas y que no sabes qué hacer con ellos y al final es peor el dilema de no saber qué hacer con ese dinero que la alegría por encontrarlo y quieres dármelo a mí para recuperar la paz interior y poder dedicarte a la elpítica full time? ¿¡Tampoco!? Pues mira, yo ya no sé qué decir, os dejo con la programación habitual...



UNA PEQUEÑA INTRODUCCIÓN A LOS CONCURSOS DE RELATOS DE ZENDA


Antes de nada, leed el relato "Rufo el pasmado", de Eduardo Hernández Rosa. ¿Está? ¿Qué os ha parecido? Da igual, lo que importa es lo que me haya parecido a mí, porque esto no es una conversación.


Para participar en los concursos que organiza Zenda hay que publicar un link del relato en su foro. Después de publicar el mío pinché en los tres o cuatro primeros participantes por curiosidad, para ver a lo que me enfrentaba. Y en cuanto leí "Rufo el pasmado" pensé: oh, no, este relato va a ganar. Lo juro. Por aquel entonces todavía no habían salido los diez finalistas siquiera, y aún así supe que el relato iba a ganar. ¿Significa eso que tengo poderes? Probablemente. Aunque hay otras dos explicaciones.


La primera, que no es la primera vez que hago eso, lo de pinchar en el primer relato que hay en el foro, y justo resulta que entre los 400 o 500 que se presentan ese acaba entre los diez finalistas. Hay quien puede pensar que quienes seleccionan los relatos finalistas tienden a coger alguno de los primeros que se presentan y luego algunos al azar por el medio, que es imposible que lean todos en dos días y elijan los diez mejores entre esos. Y la verdad es que resulta sospechoso que en ocasiones anteriores gente que colabore en Zenda acabe con sus relatos entre los diez finalistas, o que pudiendo comprobar en mi blog desde donde procede el tráfico de las visitas a un relato, en alguna ocasión ninguna provenga del foro de Zenda.


Pero quizás esté siendo paranoico. Los relatos que ganan son mejores que los míos y punto. Aunque volviendo al "oh, no, este relato va a ganar"...


Segunda explicación: cuando lo leí, supe que iba a ganar, pero no porque me pareciera un gran relato (no me lo parece, a continuación explicaré por qué), sino porque es el tipo de relato que parece triunfar en este tipo de concursos. Un relato con un concepto relativamente bien ejecutado y un final sorpresa, un relato llamativo, vamos, pese a que no sea la idea más original ni tenga excesiva calidad literaria, dos cosas que aparentemente el jurado valora.


Pero basta ya de rajar por rajar. Vamos a leer todos juntos el relato, cogiditos de la mano, y vamos a hacer dos lecturas de cada párrafo:


a) Una primera asumiendo que no sabemos el final (lo que es leer un relato por primera vez, vamos). Intentaré recrear mi primera impresión al leerlo, la respuesta emocional que me provocó.


b) Una segunda lectura una vez leído entero, analizándolo en consecuencia, donde podremos ver las herramientas que el autor ha usado para conseguir sus objetivos.


*Spoilers a partir de este punto*



RUFO EL PASMADO

Rufo, un nombre estúpido para un bicho estúpido. Cuando aquel animal peludo, rechoncho y apestoso llegó a mi vida, me sentí el menos afortunado de mis conocidos. 
a) Alguien no está nada contento con su perro. La forma de describir al bicho parece sacada de una redacción de Lengua Castellana de quinto de primaria.

b) El concepto del relato es hacernos creer que el narrador es un humano y Rufo es su perro, cuando en realidad es al revés. ¿Cómo lo consigue? Bueno: llamando Rufo a una persona, para empezar, y reforzando esa idea al momento añadiendo los calificativos de "bicho", "animal" y "peludo".




¡Si hubierais visto al anterior que tuve a mi cargo! Ese sí que me hacía sentir orgulloso.
a) El perro de ahora no le llega a la suela de los zapatos al de antes. Y hay algo en el lenguaje que no acaba de encajar.

b) Aquí aparece la idea principal del relato: que estamos a cargo de los perros. No literalmente, pero sí en el sentido de que los perros sienten suya la obligación de cuidarnos. Que los necesitamos a ellos tanto como ellos nos necesitan a nosotros, si no más. Es una buena idea en torno a la que centrar un relato.


Por otro lado, en estas dos frases se pone de manifiesto uno de los mayores problemas de este tipo de relatos: para mantener el engaño hasta el final suele hacer falta sacrificar precisión en el lenguaje. Aquí da la sensación de que faltan palabras porque, en efecto, faltan. En ningún momento puede llamar a las cosas por su nombre, y eso hace que la escritura resulte evasiva y pierda fuerza.



Además de noble e inteligente, era esbelto, de elegantes andares y lucía con orgullo un pelaje blanco y brillante que avivaba su porte distinguido. Lamentablemente, el tiempo siempre escribe el mismo final y Ciro, que así se llamaba, murió a una edad avanzada mientras dormía.
No recuerdo un día más triste. Ni siquiera el día en que me entregaron al inútil de Rufo. Las comparaciones son odiosas. 

a) Aquí es donde empiezo a desconectar. ¿A qué viene tanta descripción? ¿A quién le importa cómo era su anterior perro? Lo único que importa es que a ese sí lo quería y al anterior no. No aporta nada a la historia, aparentemente. Además, vuelve a reafirmarse en su odio al pobre Rufo. ¿Qué culpa tendrá el animal?


b) Su anterior propietario era un señor mayor, vale. Qué suerte la del perro de tener dos dueños con unos nombres tan extravagantes. No hay mucha más sustancia.



Rufo se cruzó en mi vida porque no lo quería nadie. Nunca justificaría su abandono, pero lo cierto es que su fealdad no es la peor de sus muchas tachas.
Tiene las patas cortas, el cuerpo flácido, una respiración molesta y pese a que aún es joven, hay zonas donde está perdiendo pelo. Al principio pensaba que se trataba de la muda, pero tiene una parte prácticamente despoblada.
a) A ver, el tipo ya se empieza a pasar con el perro. Más descripciones emocionantes, de las que te mantienen pegado a la pantalla. No sé por qué sigo leyendo.

b) El perro es un poco faltón, creo yo. Está claro que las descripciones sólo cumplen la función de servir tanto para un perro como para una persona. Sacrifica la calidad literaria del relato por el concepto global, cuando no creo que haga falta. Se pueden tener las dos cosas: una primera lectura que sea atractiva de por sí y una segunda en la que todo cobre un nuevo sentido. Pero eso lleva más trabajo y tampoco es cuestión de esforzarse demasiado. Total, tal como está ya es objetivamente el mejor de entre 400 relatos.



Un amigo de la familia a punto de graduarse en la Complutense, afirma que padece algún tipo de tara genética. Y como ni le pica, ni le duele, ni dispongo de dinero para un especialista, así se queda.
a) Bien ahí ese sujeto y predicado separados por una coma. El tipo ese es definitivamente un capullo que no debería tener perro.

b) Hasta este párrafo el autor no había hecho más que personificar a un perro para explorar un nuevo punto de vista en la relación amo-mascota, algo que me parece estupendo. Pero aquí uno (ese uno soy yo) no puede evitar rascarse la cabeza pensando en qué hace un perro hablando de dinero o de amigos de la familia a punto de graduarse en la Complutense, salvo que lo único que se pretenda sea seguir desviando la atención y mantener vivo el engaño.


Si el punto de vista del narrador es un perro, aunque lo dotes de voz y de razón (lo que es personificarlo, vamos), tiene que seguir siendo un perro. La idea del dinero no tendría ni que ser una opción.


Por otro lado, tened en cuenta que el amigo ese de la familia va diciendo por ahí que el hombre en cuestión, el tal Rufo, de cuarenta años, tiene una tara genética. Ese amigo de la familia no se va a graduar en la Complutense en don de gentes, me temo.



Pese a su lamentable estado, he intentado que se aparee. Durante un tiempo albergué la esperanza de que sus crías salieran más agraciadas y pudiera quedarme con alguna que no me avergonzara. Pero lo cierto es que ni para eso sirve.
Cada vez que salíamos a pasear lo intentaba emparejar con las hembras del barrio, más acostumbradas a verle, pero siempre rehuían o le ignoraban y él acababa cabizbajo y con el rabo entre las piernas. Entre las de él. Que ese era el problema. Así que pronto me di por vencido.
a) Sigue la misma dinámica de menospreciar al pobre perro. Al menos hay un intento de chiste. Por otro lado, el relato es tan insulso que casi parece que tenga que haber un giro en alguna parte para justificar los favoritos que tiene el tuit del hilo donde se ha publicado.

b) Sigue la misma dinámica de menospreciar al pobre hombre con taras genéticas según el amigo de la familia que está a punto de graduarse en la Complutense. Sin embargo, aquí sí usa bien el punto de vista del perro. Tiene sentido que se refiera a las mujeres, a los hijos y a procrear como hembras, crías y aparearse, respectivamente, porque es como un perro lo llamaría.



Encima, el muy zote, anda siempre pasmado. Se pasa las tardes tumbado en su colchón rascándose las partes nobles. Si estuviera castrado, al menos me ahorraría esa visión. ¡Y lo que costó que se acostumbrara al baño semanal! Qué cruz.
a) ¡Ese es el título del relato! ¡Rufo, el pasmado! Bueno, sin la coma en el original, que las normas gramáticas están para orientarse, no para seguirlas al pie de la letra. Me está cansando que no haga otra cosa que meterse con el pobre animal.

b) El tipo no hace nada, vale, pero al menos sigue los consejos de su perro, por mucho que le costara, y ahora se baña una vez a la semana, como recomiendan nueve de cada diez amigos de la familia a punto de graduarse en la Complutense.



No os voy a mentir. Pese a todos sus defectos y sus escasísimas virtudes, le tengo cariño. Mucho cariño. Cierto que ni juega, ni corre, ni protege la casa, ni hace trucos. Es más, solo come, caga y mea. Pero me quiere.
a) Oh, dice algo bonito de su perro por fin, no sin antes soltar unas cuantas puyas más, no vaya a ser que se le suba a la cabeza al animal. Bueno, de su "perro", porque a estas alturas fue cuando empecé a pensar "oh, no, el perro es una persona y la persona es un perro"...

b) Oh, el tarado quiere a su perro, más que nada porque no sabe lo que piensa realmente de él.



Siente auténtica devoción por mí y a mí me nace corresponderle. Es un buen chico y a estas alturas no sabría vivir sin él. Sé que mi deber es cuidarle, ayudarle a mejorar y darle todo el amor que el mundo le niega. No lo puedo evitar. Va en mi naturaleza.
a) Quién lo diría visto todo lo anterior, pero bueno, un final emotivo después de faltarle al respeto durante una decena de párrafos.

b) El perro es bueno en el fondo porque su naturaleza le obliga. Si por él fuera ya habría dejado tirado a Rufo y llevaría unos años viviendo con alguno de sus hijos. Es una buena representación de los perros, pero eso no quita que el perro del relato sea un imbécil elitista.



Así somos los labradores. Y supongo que todos los perros. Puede que Rufo García Morales, de cuarenta y dos años, solterón y haragán profesional, no sea el mejor humano del mundo. Pero es mi humano.
a) Sorpresa: el humano horrible con algo de compasión era en realidad un perro horrible con algo de compasión.

b) Aquí los están: todos los nombres que hasta ahora no se podían decir, bien seguiditos, sin que falte ninguno, que no están los tiempos para tirar unos sustantivos perfectamente válidos.


Entiendo la gracia que tiene el relato, y tiene mérito que consiga mantener la ambigüedad durante tanto rato, aunque para ello tome ciertas decisiones algo discutibles, y aunque ese engaño llegue a costa del propio relato, de la historia, del mensaje que quiere transmitir.


Lógicamente esta es mi opinión. Vosotros podéis verlo de otra manera. Podéis estar leyendo esto y estar gritándole ahora mismo a la pantalla: ¡pues a mí me ha gustao! ¡no tienes ni idea de lo que hablas, Jorge! ¡sólo tienes envidia porque tú nunca ganas nada con ninguno de tus "relatos"!


Y puede que tengáis algo de razón. Me molesta que mis relatos nunca estén entre los diez finalistas, sí. Pero también me molesta que el ganador no suela ser el que considero el mejor relato de entre esos diez finalistas en cuestión. En esta ocasión, podéis leerlos todos aquí y juzgar por vosotros mismos. De esos, me quedaría con "Calandria", "Zoología de interior" y "Torres más altas".


Aunque por encima de todos esos me quedaría con el mío, porque siempre que escribo creo que tengo posibilidades de ganar, y casi siempre que salen los finalistas encuentro un hueco donde debería estar mi relato. Lo voy a meter aquí y lo voy a analizar despiadadamente, que es muy fácil criticar lo de los demás, pero a ver cómo aguanta mi escrutinio (100% objetivo, por supuesto):


SIETE AÑOS, O LOS RECUERDOS QUE REALMENTE NO TENGO


Antes de empezar, las excusas. No le dediqué demasiado tiempo a este relato. Normalmente tardo un tiempo en dar con la idea definitiva de una historia. Y una vez la encuentro reescribo el relato unas dos veces por día durante unos tres o cuatro días, afinándolo poco a poco hasta que todo esté como yo quiero.


Esta vez fue distinto. Lo primero que me vino a la mente fue la idea de numerar cada párrafo del uno al siete, porque siete son los años que vive un perro por cada año nuestro, y porque sentía que empezar con un número le daba cierta fuerza a cada párrafo, cierta contundencia, como si la historia estuviera contada a golpes en vez de ser algo más fluido.


En un principio había pensado en poner en cada número un recuerdo relacionado con un perro, una especie de autobiografía en relación a distintas interacciones con ellos. Pero en cuanto empecé a escribir supe que sólo iba a hablar de Polo.


El resto vino de forma igualmente natural. Quizás esa facilidad hizo que no me diera la gana de revisarlo y reescribirlo media docena de veces más, y en algunas partes se nota. Veamos.



Uno. A los siete años uno no espera encontrarse algo así al volver de la playa. A esa edad todo parece existir en un estado constante de presente perpetuo, donde lo único que existe es el ahora, y ese ahora durará por siempre. No entra en la cabeza de un niño que la felicidad que lo inunda desde hace días se pueda venir abajo en un instante. Esa tarde de verano aprendí la lección a la fuerza, aunque los detalles de lo sucedido no sean más que recuerdos entremezclados. Un batiburrillo de días, de viñetas que preferiría no mirar. Fotografías que cogen polvo en el fondo de mi memoria.
Enhorabuena, Jorge, por perpetrar una de las peores frases de la historia de la "literatura". A día de hoy sigo sin estar del todo seguro de que "estado constante de presente perpetuo" tenga sentido o no. Y no hay que irse muy lejos para darse en las narices con la repetición de "existir" y "existe". Al menos todo queda contenido entre dos puntos para una fácil modificación que no me molesté en hacer.

A lo que vamos. Quería usar la numeración del uno al siete, pero no quería que resultara gratuita. Necesitaba establecer en el primer párrafo un motivo para usarla. De ahí esa idea de recuerdos inconexos y mezclados, de viñetas. Aunque lo importante aquí es dejar claro desde el principio que algo malo ha ocurrido. ¿El qué? Ah, todavía no se sabe. Pero espero tener vuestra atención desde el principio.


Esa es una de las claves de escribir: crear interés en el lector y mantenerlo. Y no es necesario usar misterios tan evidentes como el del principio de este relato. Al final, ese tipo de recursos acaban cansando si se repiten a menudo, como los cebos de los programas del corazón o de ciertos programas deportivos. Pero se puede crear cierto misterio con cualquier cosa, simplemente controlando la forma en la que se entrega la información.



Dos. En el parque, cuando se tumbaba boca arriba, la cabeza al borde del banco, mirándonos del revés, las orejas colgando, parecía un gremlin. Parecía un auténtico gremlin con todos esos dientes asomando de la boca abierta. Era pura energía. Su pelaje negro brillaba bajo el sol de agosto. Se daba la vuelta y bajaba de un salto y echaba a correr entre las piernas de la gente, tropezando como tropiezan todos los cachorros. Llamábamos por él y allí que venía Polo, sus orejas de gremlin al viento, tan feliz. Tan felices.
Sé de alguien que habría escrito: Polo era un cachorro pequeño, de pelaje negro y brillante, con orejas de gremlin, lleno de energía. Cuando lo llamábamos venía corriendo. Era un perro feliz. Nosotros también éramos felices con él.

Esta sería una viñeta alegre si no viniera después de la primera. Si os fijáis, algo aparentemente trivial como que llamábamos por él y venía corriendo va a adquirir más fuerza hacia el final de la historia.



Tres. Al salir del colegio, los días que volvíamos a pie, mi hermana y yo pasábamos por delante de la finca donde habían metido a Lar. Tenía espacio de sobra para correr, no como en casa, donde había que tenerlo siempre encerrado. Allí eran él y los limoneros, nadie más. Le sobraba tanta energía que tenía todo el suelo lleno de agujeros. Siempre pasábamos de largo sin detenernos, hasta que un día lo hicimos. Nos acercamos a la verja y allá que vino él, delgado, con ojos tristes, comido por la sarna. Se puso de pie y sacó las patas entre los barrotes, gimoteando, acercando la cabeza para que lo acariciáramos. No sé si hacía eso con cada persona que se detenía ante él o si en realidad nos reconoció. Sentimos mucha pena por él.
¿Recordáis lo que decía de crear misterio controlando la forma en la que soltar la información? Aquí hay un ejemplo. ¿Quién es Lar? ¿Y por qué lo han metido en una finca? La parte más importante es la última frase. Es algo que cobrará todo el sentido al final. Es el corazón de la historia, diría.

Y hablando de descripciones. Creo que la gente tiende a saltárselas porque a veces no aportan nada a la historia. Prueba a quitarlas del relato anterior, el de Rufo, y verás como de pronto el relato fluye más. ¿Por qué? Porque no tienen peso emocional ni son especialmente atractivas. Están ahí sólo porque sirven tanto para un perro como para un humano y contribuyen a fomentar el engaño, que es lo que se busca. Esa es su función. Pero a la hora de leerlo y de sentirlo por primera vez no importa saber qué aspecto tiene Rufo y qué aspecto tenía Ciro. Sólo importa cómo los ve el perro narrador, que apreciaba a uno y odia al otro.


Si en el párrafo de arriba quitas la parte de "delgado, con ojos tristes, comido por la sarna", la imagen cambia, porque en esa descripción hay un componente emocional. No tienes que saber qué aspecto tenía Lar, sino en qué estado estaba. Hay una gran diferencia.



Cuatro. Durante unos días no hubo perros en casa. 
Puede que esta sea mi parte preferida del relato. La gracia de escribir es darle más significado del que tienen a frases simples como esta. Además, el cambio de ritmo de pasar de unos párrafos largos a un párrafo tan conciso hace que resalte todavía más. Es algo que algunos escritores usan demasiado y se acaba haciendo previsible.

Como un futbolista que sólo sabe hacer un regate.


Y lo hace cada tres párrafos.


O el equivalente a tres párrafos en campos de fútbol, bueno, que para una vez que medir las cosas en campos de fútbol sería lo correcto va y no lo hago.


Pero basta ya de criticar a escritores anónimos mucho más exitosos que yo y volvamos a criticar a Eduardo Hernández Rosa y los dos mil euros que ha ganado con su relato "Rufo el pasmado", que al parecer es lo que sigo haciendo pese a llevar un rato analizando el mío.



Cinco. Blanca llegó como perrita de emergencia. Como un parche. Como ayuda humanitaria en tiempos de crisis. Papá, que se había opuesto a la llegada de Polo hasta que lo vio, no puso ninguna pega esta vez.
¿Sabéis qué no hay aquí? Eso es: una descripción de Blanca, porque no importa para la historia. ¿Sabéis qué otra cosa no hay? Un premio al mejor relato de animales.

No recuerdo mucho de esos días de verano, la verdad. Y no estoy del todo seguro de que mi padre se sintiera así. Pero no importa, porque es algo que tiene sentido con la historia, que da peso a la tragedia de que unos niños pierdan al cachorro que tanta ilusión les hacía.



Seis. La cancilla de arriba tenía que estar siempre cerrada por si Lar no estaba atado.
Maldito hipócrita, mira quién ha usado ese cambio de ritmo en los párrafos dos veces seguidas. Pero es que era importante aportar un último detalle antes de la tragedia final, algo simple, una norma de seguridad que no se cumplió y todo falló. Si lo pensáis bien esta situación se parece bastante a lo que pasó en Chernobyl. Más o menos.

En el párrafo donde aparece Lar ya se menciona ("se menciona", como si esto lo hubiera escrito un ente desconocido) que Lar tenía que estar siempre encerrado. Ahora lo recalco.



Siete. Mi hermano fue el primero en encontrárselo. Salió del coche corriendo, deseando acariciar a Polo tras toda la tarde sin verlo. Mi hermana y yo íbamos unos pasos por detrás, llamando también por él, como si a nosotros sí fuera a hacernos caso, con esa felicidad infinita de los niños de siete años. 
En una primera versión había entrado más en detalle sobre la reacción de mi hermano, en cómo había ido directo a por Lar con intención de matarlo. Pero por una parte, una vez más, no recordaba exactamente su reacción. La puedo imaginar, eso sí. Y por otra parte no quería ir a lo barato y ser demasiado explícito con el final cuando durante todo el relato me había quedado del lado de la... ¿inexplicitez? ¿Implicidad? De lo implícito, vamos.

Preferí mantener los recuerdos con ese halo de olvido, obviando los detalles escabrosos, en parte porque no los recuerdo. E hice referencia a dos puntos anteriores de la historia, que es algo que siempre queda bonito, creo yo: a que esta vez Polo no venía corriendo cuando lo llamábamos y al golpe de realidad que estábamos a punto de llevarnos, a esa pérdida de la inocencia que es como empieza el relato.


Podría haber acabado el relato ahí, pero por algún motivo no lo hice.



A Polo lo enterramos en el jardín. A Lar lo regalamos a un conocido que tenía una finca de limoneros que necesitaba protección. La llenó toda de agujeros. 
Este último párrafo no está numerado porque no forma parte de esos días de verano en los que Lar mató a Polo. Es un recuerdo desde el presente, sin emoción, tres simples hechos.

Y no soy yo alguien a quien le gusten los simbolismos, pero me parece bonita la yuxtaposición de Polo enterrado y Lar haciendo agujeros.



EN RESUMEN: LO DEJO


No me voy a volver a presentar a ningún concurso de los que organiza Zenda. Llevaba un año sin hacerlo por un motivo, y ahora recuerdo por qué. Seguiré escribiendo, eso sí. Quizás vuelva a hacer lo de hace un par de años, cuando os pedí que cada uno me dijerais una palabra y escribí unos  relatos personalizados en torno a ellas. Y seguiré haciendo entradas como esta en este blog, analizando mis propios relatos, más que nada por mí, porque siempre aprendo algo al hacerlo, y porque me gusta sacar a la luz los detalles que meto en mis relatos, que para algo están ahí.


Así que si queréis que siga haciendo esto, dejad un comentario o decídmelo a la cara. Y si no queréis me da igual, nadie os obliga a leerme.


Un saludo a todos. Y un beso, venga. Hasta luego.







miércoles, 11 de abril de 2018

Making off de Aleph Dynamics

A veces los relatos surgen a partir de una imagen inicial, como un peluche iluminado por el sol, solo, sin niña que lo abrace (Amanecer), aunque después esa imagen no acabe en el relato final. Otras veces, el relato no es más que una realidad ficcionada y exagerada (Monstruos). Hay relatos que intentan atrapar un sentimiento en concreto (Y si…) y relatos que parten de una idea, como ¿qué pasaría si en un pueblo nunca hiciera viento? (El primer amor) Y luego están los relatos que surgen a partir de un final y lo único que hay que hacer es encontrar un principio desde el que llegar allí (Tormenta).

"Aleph Dynamics" parte de una idea que es a la vez el final del relato: ¿y si los humanos fuéramos en realidad robots traídos a la Tierra por una civilización anterior? Y no sólo eso: ¿y si ese hecho fuera el origen del mito de Adán y Eva?

Porque de eso es de lo que va "Aleph Dynamics", o esa era mi intención: un relato futurista ambientado en el pasado, y que acaba donde empieza nuestra historia


CONSIDERACIONES PREVIAS: ADÁN Y EVA
«Dios creó al hombre y lo llamó Adán. Y de la costilla de Adán creó a Eva. Eva comió del árbol del conocimiento, del que tenía prohibido comer, y por su culpa Dios los expulsó del jardín del Edén, condenándolos a ellos y a sus descendientes a tener que trabajar la tierra para poder comer.» -La Biblia, más o menos.

Mi intención no era recrear punto por punto cada uno de esos detalles, sino presentar algunos hechos a partir de los cuales pudiera surgir una historia como esa. Y el primero de ellos tenía que ser Eva. De ahí surgió el nombre que debería tener el androide humano: E v4. La idea era que escrito a toda prisa, E v4 pudiera llegar a confundirse con EvA.

Una vez fijado ese nombre, tocaba encontrar una justificación para ese nombre. El "v4" era fácil: sería la cuarta versión de los androides.

En un borrador previo de la historia había una parte en la que relataba cómo habían sido las versiones anteriores de los androides y por qué fracasó cada una. Era una especie de exploración sobre qué es lo que nos hace humanos. Pero como el relato final debía tener menos de mil palabras, tuve que prescindir de esa parte en pos de una mayor claridad de la idea principal.

Volviendo al nombre, la "E" de los "E v4" tenía que venir de algún lado. Y como los androides eran una emulación de los humanos, apareció el nombre de Émulos.

Con Eva (E v4) creada, tocaba crear a Adán. Y como Eva tenía que salir de Adán, decidí que Adán fuera la empresa que creaba a los Émulos, que los E v4 salieran de esa fábrica. Otra vez buscaba unas siglas que pudiera asimilarse a Adán.

Así que inspirándome en la ficticia Massive Dynamic (Fringe) y la real Boston Dynamics, creé Artificial Dynamics, que acabó siendo Aleph Dynamics. Porque Aleph Dynamics es un nombre más bonito y más sutil para una empresa que hace humanos artificiales que Artificial Dynamics. Además, el Aleph es la primera letra en varios alfabetos. Así que sería también el inicio de nuestra civilización.

Fijadas ya "AD", las dos últimas letras vinieron del nombre de la ciudad donde estaría la empresa: An. Se entiende que Aleph Dynamics es una especie de multinacional, y es en la sede de la ciudad de An donde se desarrollan los Émulos. En Aleph Dynamics An, como podría haber sido en Aleph Dynamics Cuntis. Se entiende, creo. 

Con Adán y Eva creados, faltaba crear al Creador. A Dios. De algún modo el Doctor Li siempre estuvo ahí, quizás por la simplicidad y sonoridad de su nombre. No quería darle un nombre evidente como Yavé o Dios o Jesús o algo parecido. Así que me quedé con Doctor Li.

Tras este trabajo previo ya estaba listo para la parte divertida: escribir el relato. 

A continuación iré explicando qué quería conseguir en cada momento y qué recursos he usado para conseguirlo. Iré poniendo el texto y comentándolo debajo. Espero que os guste, o que al menos no haga que os pongáis enfermos. 


ANÁLISIS

El Doctor Li miraba por la ventana de su despacho en la sede de Aleph Dynamics en la ciudad portuaria de An, cuando la valla holográfica del otro lado de la calle empezó a parpadear, iluminando con tonos neón su rostro pensativo.

En los relatos, cada frase tiene que contener información esencial para la historia. Con este primer párrafo presento a un protagonista meditabundo por algún motivo todavía desconocido e introduzco lo que posteriormente será Adán. Además, con la valla holográfica y los tonos neón creo un ambiente futurista fácil de reconocer. 


«Llega el futuro. Llegan los Émulos», se pudo leer de forma intermitente durante unos segundos antes de que el cartel se apagara definitivamente. Proyectados en la lluvia, los cuerpos desnudos de los Émulos se volvieron casi tangibles antes de extinguirse para siempre.

La valla sirve además para introducir a los Émulos en la historia y para insinuar al apagarse que se trata de un proyecto fallido. La imagen casi tangible antes de extinguirse hace referencia a lo cerca que estuvieron de ser una realidad antes de que cancelaran el proyecto.


AD llevaba años desarrollando los Émulos: androides orgánicos dotados de una inteligencia artificial humanoide. Dos tecnologías que la Federación siempre había sido reticente a unir. Motivos éticos, alegaban. Temían que la salida al mercado de androides indistinguibles de los humanos pudiera abrir de nuevo las puertas a la esclavitud. Como si los androides actuales no fueran ya esclavos. Lo que no querían en la Federación era que sus robots sexuales pudieran quejarse.

Ahora toca un párrafo expositivo. Intento evitarlos siempre que puedo, distribuyendo la información de forma orgánica a lo largo de la historia. Pero en este caso era necesario para explicar un concenpto nuevo como los Émulos. Aprovecho además para introducir las siglas AD antes de usarlas al final. Presento a la vez a la Federación, una entidad de gobierno que se opone a la creación de los Émulos. Es la antagonista de esta historia.


Un carraspeo desde la puerta sacó al Doctor Li de su ensimismamiento.

Con esta frase salgo del párrafo expositivo y devuelvo la acción al despacho, además de hacer que la exposición anterior pertenezca a la mente del Doctor Li, integrándola en cierta medida en la historia para que no sea algo gratuito. Suyas son por tanto las opiniones sobre la hipocresía de la Federación respecto a la esclavitud. El protagonista enfrentado al antagonista.


-Doctor, es hora de irse.El Doctor Li asintió con la cabeza y salió del despacho desde donde había dirigido Aleph Dynamics An durante la última década. Siguió a su ayudante por los pasillos vacíos del edificio. Como director, sentía la necesidad de ser el último en abandonar AD.

Se confirma lo insinuado con el cartel que se apaga: es el fin de AD. Aprovecho para poner por primera vez junto el nombre Aleph Dynamics An. Así, el uso de sus siglas al final no saldrá de la nada.


-¿Han incinerado ya a los Émulos v5?
-Todavía no -contestó su ayudante-. La lanzadera saldrá en cinco minutos.
-Quiero ver el despegue.

En estos momentos, el Doctor todavía no tiene nada planeado. Absorto en sus pensamientos mientras miraba por la ventana de su despacho pensando en todo lo que había ido mal, desconoce si ya es demasiado tarde para hacer algo. Resulta que no, que todavía hay algo de tiempo. Al menos para estar presente cuando sus Émulos partan hacia la muerte. 


Su ayudante no puso pegas. Bajaron hasta el hangar de almacenaje. La lanzadera no tripulada flotaba medio metro sobre el suelo. Calentaba motores, preparándose para el despegue, cargada con los cuerpos de un centenar de v5. Una vez saliera de la atmósfera, saltaría directa al Sol, y los Émulos v5 desaparecerían sin jamás haber tenido la oportunidad de vivir.

Aunque el Doctor todavía no supiera qué iba a hacer, yo sí lo sabía. Necesitaba que el Doctor Li pudiera salvar a los v5. Así que decidí que en este mundo se incineraran las cosas enviándolas al Sol (a su Sol). Y los viajes espaciales de esta civilización consistían en saltos espaciales instantáneos para los cuales era necesario salir de la atmósfera primero, por lo que le daba al Doctor algo de margen de maniobra para lo que iba a hacer. Explico a la vez que los v5 jamás se pusieron en funcionamiento usando la expresión “oportunidad de vivir”, que da una idea de el Doctor considera a sus Émulos seres vivos. 


No era justo que los E v5 pagaran tan alto precio por culpa de los v4. Fueron ellos quienes escaparon de su hábitat e irrumpieron en el edificio. Ellos atacaron a los científicos. También la Federación tenía parte de culpa. No les había temblado el pulso para cerrar Aleph Dynamics An en cuanto se produjo el primer incidente con pérdida de vidas humanas.

Aparece por primera vez la nomenclatura abreviada de los Émulos, pero usada para los E v5. Así tendrá sentido usar E v4 en el momento final. 
El hábitat del que escapan los v4 sería el equivalente al paraíso de Adán y Eva: un espacio vigilado donde controlar su evolución, una especie de zona de pruebas. La irrupción en el edificio es el acto prohibido por el que les castigan. 
La animadversión de la Federación hacia los Émulos explica la decisión del cierre de AD en cuanto algo salió mal.


Aunque el principal responsable era el propio Doctor Li. Los Émulos eran sus criaturas. Él les daba la vida y él se la quitaba, sustituyendo las distintas iteraciones por versiones mejoradas, cada vez más humanas. Maravillosamente imperfectos.

El Doctor Li asume su responsabilidad, lo que lo va a llevar a querer salvar a sus Émulos. Es aquí cuando una idea empieza a formarse en la mente del Doctor Li. 
Con las versiones mejoradas se explica la existencia de v4 y v5, y de los v1, v2 y v3 que no llegan a mencionarse. Se asimila la labor del Doctor a la de un Dios para los androides, con potestad para dar y quitar la vida.


Sí. No era justo que los v5 murieran así.

Oh, oh: el Doctor Li está a punto de hacer alguna locura.


El zumbido de los motores creció hasta hacerse insoportable. El polvo empezó a levantarse, formando remolinos. El Doctor Li vio cómo su ayudante se protegía los ojos con el brazo. Fue entonces cuando aprovechó para correr hacia la lanzadera.

El despegue de la lanzadera es inminente. El tiempo se acaba. Hace falta tensión antes de que el Doctor actúe. El polvo que se levanta es lo que le da la oportunidad de subir a la nave sin que su ayudante tenga tiempo a evitarlo.


El Doctor Li accionó el botón de apertura de la cabina y saltó a su interior. La cerró a tiempo de evitar que su ayudante lo sujetara por el brazo y lo obligara a bajar.-¿¡Está loco!? ¿¡Piensa morir por unos androides!? -gritó su ayudante, apenas haciéndose oír por encima del ruido de los motores, antes de correr a refugiarse ante el despegue inminente de la nave.

Más tensión. El ayudante hace todo lo posible por evitar el aparente suicidio del Doctor. Un suicidio que tiene sentido por la culpa que siente como principal responsable del proyecto.


-No son unos androides -dijo el Doctor Li para sí mismo-. Son mis androides.

Me gusta usar la cursiva para dar énfasis a ciertas palabras y sugerir cierta entonación, especialmente en casos como este en el que se repiten y matizan las palabras de otra persona. Aparte de eso, con esta frase se fortalece la unión entre el doctor y los bichos.


Además, no tenía ninguna intención de hundirse con sus v5 en el Sol.

Cambio de planes: el Doctor no se va a suicidar. 


Los motores empezaron a temblar. Al instante, la aceleración vertical pegó al Doctor Li al asiento. Se concentró en no perder el conocimiento. Tenía que reprogramar la trayectoria de la lanzadera antes de que saliera de la atmósfera.

Algo de acción para ambientar el despegue y de nuevo dar sensación de falta de tiempo para lograr lo que el Doctor quiere conseguir. Sin tensión, su misión es sólo un paseo. 


Necesitaba desviar la nave a algún sitio seguro. A algún planeta extra-galáctico sin vida inteligente de clase A y con una atmósfera respirable para sus Émulos. Introdujo los criterios de búsqueda en la computadora y obtuvo un resultado dentro del rango de salto de la lanzadera. 

Aquí se desvela el verdadero plan del Doctor. Un plan que es improvisado y movido por los remordimientos. Aquí se ve al Doctor trabajando bajo presión, usando todo su intelecto para salvar a sus androides.
Por cierto, como es un relato de ciencia ficción, quise usar términos que parecieran técnicos y que transmitieran cierta complejidad tras ellos, pero no los explico porque el relato está centrado en el Doctor Li, y él no se molestaría en explicar términos con los que está familiarizado. Pero para los curiosos, aquí están:
Vida inteligente de clase A: sería una civilización equiparable a la de de la Federación. Una civilización avanzada, como sería la nuestra ahora. El Doctor quiere que los Émulos vayan a un planeta donde sean la forma de vida dominante.
Rango de salto: da a entender que ese salto entre grandes distancias que pueden realizar las naves tiene ciertas limitaciones. La Federación domina los viajes intergalácticos, pero no son omnipotentes.
Computadora es la forma graciosa y ciencia-ficcionera de decir “ordenador”.


PR-843772 era un planeta rocoso con aproximadamente el 70% de su superficie cubierta de agua. Estaba en uno de los brazos de una galaxia espiral, orbitando alrededor de una estrella tipo-G. Tendría que valer. Introdujo las nuevas coordenadas un segundo antes de que se produjera el salto.La lanzadera se desvaneció en el espacio. Se materializó a dos decenas de ERA’s de allí, dentro del campo gravitatorio de PR-843772.

Aquí es donde doy todas las pistas para indicar que el planeta al que se dirigen es la Tierra. Ya me diréis cuántas de ellas habéis captado. A saber:
1)La cantidad de agua que cubre el planeta.
2)La situación en la galaxia en espiral (como nuestra Vía Láctea) en la que se encuentra el planeta.
3)La estrella en torno a la que gira, de tipo-G como nuestro Sol.
4)El nombre del planeta. No es al azar. PR es por Planeta Rocoso. Los números son las teclas donde se encuentran las letras “TIERRA” en el teclado numérico de un teléfono. Podéis comprobarlo.
Describo además la forma en la que se produce el salto y me invento una medida de distancia por ciencia-ficcionar un poco más la historia y porque puedo, porque se sobreentiende que las ERA’S son una unidad de distancia, además de dar cierta sensación de tiempo, ligándolo quizás a los años-luz. En realidad, ERA es una estadística de béisbol: Earned Run Average, o carreras permitidas por un pitcher.


La nave se precipitó hacia el planeta. El Doctor Li fue al compartimento de carga e inició el protocolo de activación de los v5. Volvió a la cabina para encargarse de la maniobra de aterrizaje. Fueron a parar a un terreno yermo.

El terreno yermo le va a complicar la supervivencia inicial a los Émulos, contrastando con las condiciones controladas de sus antecesores. Una referencia a la expulsión del paraíso. Además, el Doctor está ocupado haciendo todas esas cosas, por lo que al final el tiempo acaba echándosele encima.


El Doctor Li sabía que tenía el tiempo justo para descargar a los v5 antes de que la Federación se diera cuenta del desvío de la lanzadera y activara la baliza de localización. Pero antes necesitaba explicarles a sus Émulos qué hacían allí.

Necesitaba que el Doctor no pudiera quedarse en el planeta con los v5, así que hice que los malos lo pudieran rastrear para atraparlo por saltarse las leyes. Y la necesidad de explicación es la que da pie a tener que escribirles un mensaje. ¿Tiene sentido que necesite explicarles algo a los Émulos? Sí. Se supone que los v5 estaban programados para vivir en An, no en la Tierra. Los va a soltar en una situación desfavorable y, como su responsable, quiere explicarles que la culpa no es de ellos. Quiere darles algo de esperanza.


En la cabina no había ningún dispositivo de grabación. Tampoco ningún medio de escritura. Al Doctor Li sólo se le ocurrió una solución: se quitó la bata blanca, se hizo un corte en el dedo y usó su sangre a modo de tinta para escribir el mensaje.

Aquí necesitaba que el Doctor no pudiera explayarse mucho y que su escritura no fuera clara. Que tuviera que usar abreviaturas. En parte porque ya estaba peligrosamente cerca del límite de mil palabras del relato, en parte porque para que la historia funcionara las abreviaturas tenían que confundirse con nombres. 


Al acabar, depositó al centenar de Émulos en el suelo pedregoso y lanzó su bata ensangrentada sobre ellos. Cerró las compuertas de la lanzadera, se alejó a una distancia prudencial para realizar el despegue y abandonó el planeta de los Émulos.

Párrafo de transición antes del gran final. Sirve para separar la escritura del mensaje de la posterior revelación de lo que dice. Como extra, si os fijáis, tuve el cuidado de que la nave se alejara un poco de donde había dejado a los robots antes de encender a tope sus motores para no quemarlos. Si no os fijáis también pasa lo mismo, que conste. 


Cuando estuvo lo bastante lejos se permitió detener la lanzadera y echar la vista atrás. Se preguntó si los v5 ya se habrían despertado y estarían ahora leyendo su mensaje. Esperaba que entendieran que la culpa no era suya, sino de los E v4, auténticos humanos salidos de las entrañas de AD An en vez de nacidos del útero materno. Y como humanos habían errado. Habían entrado donde tenían prohibido entrar y ahora eran los v5 quienes sufrirían la condena eterna del destierro.

Aquí está la chicha. Todo lo anterior ha ido conduciendo a esto. Esto es lo que va a dar pie al mito de Adán y Eva. El resto del relato, aparte de una historia de un hombre arrepentido que arriesga su vida por salvar a sus criaturas, es un paso previo para que este párrafo tenga sentido. O intentaba serlo, al menos. 
Por primera vez uso las abreviaturas E v4 y AD An. Anteriormente fueron apareciendo de forma fragmentada o ligeramente cambiada para que aquí estuviera justificado su uso. Para que no salieran de la nada de forma excesivamente artificial.
Intento usar cierto lenguaje bíblico para que las relaciones se hagan más claras, como “las entrañas de AD An” y “la condena eterna del destierro” (esto no sé si sale en la biblia, pero suena a algo que Dios diría).


Pero él confiaba en sus Émulos. Los visitaría en cuanto pudiera. Y si él no podía, lo haría su hijo. En cualquier caso estaría pendiente de ellos. 

Aquí se ve el amor que les profesa a sus bichitos y la esperanza que quiere transmitirles. Les promete la visita suya o de su hijo. Vamos, de Jesusito de mi vida. Y les dice que estará pendiente de ellos. Lo que los Émulos pueden entender como la omnisciencia de su creador.


Sí. El Doctor Li seguiría ese planeta azul desde los cielos. 

Y la frase final del relato. Normalmente la más difícil de todas. Una de las razones por las que me quedé con el nombre de Doctor Li fue por cómo suena en esta frase. 
Acabo dando otra pista de que el planeta donde están los Émulos es la Tierra y fundiendo un poco más las figuras del Doctor Li y de Dios. 


CONCLUSIÓN
Reconozco que no es mi relato más evidente. Sobre todo porque la premisa de la historia se da fuera de ella y queda en vuestra mano unir los puntos una vez termina el relato. Pero quería que al menos supierais cuál era mi intención, porque la historia cobra toda su fuerza cuando se entiende por completo. 

¿No deberías haber explicado todo esto en la historia para que se entendiera mejor, entonces?, le estarás preguntando ahora mismo a la pantalla, creyendo que puedo oírte a través de ella. 

La respuesta es: no. Si quisiera que no quedara ninguna duda de que el origen de nuestra raza y del mito de Adán y Eva fueran los Émulos del Doctor Li, habría contado la historia de otra forma. Tendría que haber asumido un punto de vista exterior: ni humano ni de la civilización del Doctor Li. 

Porque nosotros, como humanos, hemos pervertido la historia de nuestro orígenes hasta convertirla en el mito de Adán y Eva. Es lo que le pasa a las historias: que parten de unos hechos y se van transformando cada vez que son contadas, y los huecos que tienen se van rellenando con información inventada. Desconocemos por tanto el origen real. 

Y el Doctor Li y sus congéneres conocen la historia real, pero no la historia mitificada que se ha conservado hasta ahora en la Tierra. 

Este relato es la oportunidad de unir ambas historias: la conocida por nosotros y la real. Por tanto, era trabajo vuestro unirlas. 

FIN

No sé si os ha gustado esto. Hacédmelo saber, por favor. Y si queréis que haga algo parecido a esto con alguno de mis otros relatos, escribidlo en los comentarios. Sin miedo.